Las decisiones.

¿Por qué decidí ser argentina?

Considero que, por default, la vida te asigna un lugar en el mundo del cual sentirte y formar parte, y esa idea me resulta maravillosa. A medida que una va creciendo, va expandiendo su horizonte y va pisando nuevos senderos. Así, por cuestiones de la vida, pisé Argentina. Me sentí parte y, luego, por amor decidí formar parte.

Muchas personas toman este tema de las nacionalidades o ciudadanías casi como un ajedrez: unas piezas que se mueven según intereses o estrategias personales, y bueno, está perfecto. Oportuno… el tema está cuando tu mayor interés está basado en el amor.

Un amor que, por cierto, no es nuevo ni casual. Nació cuando, de pequeña —y también de grande—, escuchaba el folklore argentino que ponía mi papá. Porque, aunque venezolano, fueron unos argentinos quienes, hace muchos años, llegaron a su pueblo a pasar música. Así conoció las zambas y las chacareras. “Algún día conoceré esos pueblos de Si por Jujuy”, ya pensaba la pequeña Estefi.

Muchos me preguntan: “¿Y no era mejor la italiana?”. Probablemente. Pero si hay algo que he aprendido en esta vida es que, a veces, lo mejor en realidad es ir por lo que uno más quiere. Y yo te quiero, Argentina.

Ahora sí. Soy legalmente de los dos lugares más lindos del mundo: mi Venezuela natal y mi Argentina elegida.

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