Hace algunos días, en esos momentos de infinito scroll en Instagram, me topé con un video que me dejó pensando. Se trataba de un hombre que encuestó a las personas que él consideraba felices.
En los resultados encontró como patrón que esas personas tenían en común el “no victimizarse”. Ellos entendían que son responsables de sí mismos y no se amargaban por las acciones y/o dichos de los demás hacia ellos.
Y aquí voy con el verdadero texto.
Notifico que esto puede generar controversias.
Desde los 7 a los 15 años, aproximadamente, aventuré en el mundo quirúrgico. Si bien fueron etapas difíciles, nunca me ha gustado ser esclava de ese momento y, mucho menos, víctima de mi infancia: sería un asesinato a una etapa que, en realidad, fue maravillosa.
En mi juventud, cuando conté mi historia, tuve oportunidades muy valiosas para llevar mis vivencias a distintos rincones a través de distintos medios. Rechacé la invitación. De nuevo, siempre me consideré más que lo que pasó.
Acá voy con mi teoría:
Vivir sin cargas pasadas es vivir más ligero.
Esto lo dice alguien que se cuestionó muchas de sus acciones, de sus dichos y de sus decisiones, hasta que entendió que, cada vez que vamos avanzando, vamos obteniendo nuevas herramientas en el camino para enfrentar lo que viene (como en un Mario Cars).
La niña Estefi no tenía las herramientas para enfrentar la anestesia y el bisturí. La adolescente Estefi no tenía las herramientas para enfrentar ciertas decisiones, al menos no tenía las que hoy tengo.
Creo que es importante aprender a medirse con una vara adecuada al momento, espacio y contexto, para martirizarnos menos, simplemente.
Que las cargas pasadas no empañen tu presente y que puedas despojarte del victimismo.
Hoy tienes las herramientas que hoy necesitarás. Estoy segura.
La ilustración que acompaña este texto fue hecha por Oriana Álvarez | @orianaav17