¿Por qué?

A Ale, por empujarme y lanzarme a la pile.

¿Alguna vez se han preguntado pa’ qué sirven los amigos?

Hace días me tomé un autobús y viajé desde el pueblito donde vivo a Buenos Aires, simplemente porque extrañaba a mis amigos. El primer plan era desayunar con Ale, una amiga, muy amiga, que tengo desde que fui al primer grado en Venezuela.

Yo no sé si Ale lo nota, pero ya sé que los cafés con ella son largotes porque, sin darnos cuenta, el tiempo pasa volando mientras nosotras sentimos que recién empezamos a charlar (¡así de ameno es!).

Resulta que, en medio de mil temas, chismes y análisis filosóficos que seguramente tienen el poder de transformar el mundo, llegamos al tópico de la creación de contenido, y la muy directa me dice algo así como: “Muchos viven pensando de qué hacer contenido y tú, que ya tienes un talento claro en la creación de contenido, no lo estás aprovechando”. Como si eso fuera poco, siguió con algo como: “¿Por qué no avanzas por ahí?”. Madre mía. La telepatía que une a los amigos.

Luego de eso, me habló de los newsletters que recibe y de lo mucho que le gusta leer a ciertos autores.

Los amigos existen para mostrarte las cosas que están frente a tus ojos, pero que tú no ves.

No sé —tampoco— si ella sabe que utilizó dos segundos de una charla de más de tres horas para resolver un lío mental que tengo hace añales.

Y bueno, por eso existe La Isla de los Pájaros, porque tengo tiempo caminando por todos los rincones de mi mente preguntándome de qué escribo, pensando que quiero escribir y quedándome en la orilla de la pileta como si le tuviese miedo al agua.

Pues, qué más da. Vamos al agua.

Para saber qué encontrarán aquí tendrán que leerlo, porque yo tampoco lo sé. Solo sé que escribiré, que es lo que quiero hacer.

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