A la Estefi de 21 años.

Un par de noches antes de emigrar hacia Argentina, con la ilusión de un posgrado por delante, me senté a escribir “el rumbo de mi vida”. En el texto, me prometía cierto camino: empezar a trabajar en enero, mudarme a un departamento sola en abril, terminar el posgrado el año siguiente e irme a España tras un máster, que era el que inicialmente quería.

Estas notas tenían en la página siguiente todo el listado de posibles másteres y especializaciones en universidades españolas, y tenía en un amarillo fluorescente aquel que prefería.

Sin embargo, siempre que hacía esta especie de hoja de ruta, terminaba con una frase que decía: “Pero el mundo da muchas vueltas y yo debo girar con él”, en el sentido de que, si la vida me sorprendía, yo podría cambiar mi rumbo, si eso quería.

Esta frase siempre estuvo mucho más presente que la rectitud de mi proyecto. Algo dentro de mí me decía que las cosas no iban a salir tan prolijas. Yo sentía que merecía que el mundo girara y me llevara hacia el tiempo y el espacio que yo quería sin siquiera saberlo, mucho menos planificarlo. Sentía que había una especie de punto de llegada que querría para toda mi vida, pero que no lograba identificar. Por ello, siempre dejé la puertecita abierta al universo.

Escribo esto desde Trenque Lauquen, un pueblo de la Pampa Húmeda de Argentina. ¿Qué decir? Efectivamente, el mundo giró, me sorprendió y yo giré con él.

Ahora vivo aquí con Fran. Una decisión tomada muy fácil e inequívocamente. El máster de España quedó en la hoja de ruta, y mi deseo se fue a la tranquilidad de vivir. Lo que la vida quería para mí, y que ahora reconozco que merezco, era la maravilla de un lugar.

Ahora no me preocupo por mis prácticas en El País, me preocupo más por si le puse suficientes semillas de amapola al budín de limón. Y qué hermoso que es, pues uno tiene en la mano la vara de su propio éxito.

No dejaré jamás de formarme, tampoco de descubrirme e indagar en lo que me gusta… pero siempre desmentiré a aquellos que piensan que mi vida es una estructura, que todo está perfectamente planificado cuando el ítem más grande de planificación (como lo es el futuro) fue sin ningún tipo de aciertos. El mundo giró y me puso a mí en mi lugar, en lo espléndido de mi hogar.

Ahora los dejo, se me está por quemar el budín.

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